Adaptar tu cuerpo al entrenamiento

Descubre por qué deberías adaptar tu cuerpo al entrenamiento

Todo el mundo se ha enfrentado alguna vez al primer día de entrenamiento o de deporte, y al día siguiente se ha visto al límite físico, con unas agujetas que no se van en días y planteándose si seguir o no haciendo deporte. Y eso que sobrevivir al primer día es fácil, lo difícil es aguantar dos semanas, tres semanas, un mes, dos meses... Mucha gente acaba tirando la toalla, y entre las muchas razones que hay para ello es que no han adaptado su cuerpo al entrenamiento, algo básico para obtener el resultado buscado.

La importancia de conocerse a uno mismo

Un error muy habitual es buscar rutinas de entrenamiento en internet o pedírsela a algún amigo que ha seguido un entrenamiento que la he funcionado. Sin embargo, cuando hablamos de un entrenamiento específico esta práctica no nos sirve para nada ya que cada cuerpo es diferente, y el mismo entrenamiento puede tener efectos muy diferentes en el tuyo a los que obtuvo ese gurú de internet que te propone una rutina o el de tu amigo. Esta práctica puede ir en contra de tu salud, favoreciendo la aparición de molestias y lesiones.

Por ejemplo, una persona que ha sufrido problemas de rodilla a lo largo de su vida debería tener cuidado a la hora de hacer ejercicios que tengan un gran impacto sobre esta articulación. Quizá las series de carrera, sentadillas y saltos no sean el entrenamiento ideal, y antes debería fortalecer la zona de la rodilla para evitar la aparición de daño. Algo parecido pasa con los problemas de espalda, no vamos a sobrecargar ya desde el principio esas partes. Para ello es imprescindible tener una buena planificación del entrenamiento.




Todos hemos oído eso de que “Roma no se construyó en un día”, algo que en el mundo del deporte nos recuerda que no podemos esperar resultados inmediatos ni entrenar más de lo necesario cada día. El sobreentrenamiento es tan negativo como la falta de él, o incluso más, ya que entrenar en exceso causa un agotamiento muscular, entre otros problemas. Hay que saber escuchar los avisos y señales que nos envía el cuerpo, especialmente las primeras semanas, en lo relativo a la fatiga, la capacidad para completar el entrenamiento, etc.

No deberíamos confundir fatiga con vagancia, ya que muchas veces nuestro cuerpo nos puede llegar a sorprender con los resultados que ofrece. Aún así, hay que ser consciente en todo momento de nuestras capacidades y limitaciones. En este sentido, es imprescindible ir con cuidado en los ejercicios en los que tengamos que utilizar peso. Debemos aumentar las cargas de forma progresiva, sesión a sesión, hasta ser capaces de sacar un 100% y trabajar a partir de ahí.

Un diario de entrenamiento para conocerte mejor

Una de las mejores cosas que podemos hacer para conocernos más a fondo y mejorar en nuestros entrenamientos es tener un diario de entrenamiento en el que anotar sesiones y sensaciones. Es tan importante lo segundo como lo primero, o incluso más, ya que la rutina solo son números y las sensaciones son lo que reflejará tu respuesta al entrenamiento. ¿Te gustó? ¿Se hizo corto? ¿Hubo molestias? ¿No has podido acabarlo?

Este diario de entrenamiento sirve para identificar patrones, como la falta de sueño, la alimentación o el estrés, y además de ayudarte en el análisis y la planificación nos invita a la reflexión sobre nuestros entrenamientos, nuestra respuesta a ellos y como podemos mejorar. Por último, conviene destacar que nos sirve para mejorar nuestra autoestima al ver como quemamos etapas y nos acercamos a nuestros objetivos, algo que también te puede ayudar a conocerte mejor y mejorar el rendimiento.

Compartir este artículo